Cierto o no, la palabra "Beat" se escuchó por primera vez en una esquina de Times Square, en 1947, en boca del ángel-antihéroe-inconformista Hernert Huncke en un momento de evanescente exaltación. Tiempo después resonó en la cabeza de Jack Kerouac con un significado nuevo que en última instancia se relacionaba con lo beatífico.
William Burroughs aseguraba que "el movimiento literario Beat llegó exactamente en el momento justo y dijo algo que millones de personas de todas las nacionalidades en el mundo estaban esperando escuchar". Setenta años después, en un mundo que muestra una peligrosa tendencia a cerrarse y abrirse en ondulaciones de control, recueprar la voz de los Beat es en cierto modo una declaración de principios, una forma de inmortalizar intacta nuestra derrota.
Cierto o no, la palabra "Beat" se escuchó por primera vez en una esquina de Times Square, en 1947, en boca del ángel-antihéroe-inconformista Hernert Huncke en un momento de evanescente exaltación. Tiempo después resonó en la cabeza de Jack Kerouac con un significado nuevo que en última instancia se relacionaba con lo beatífico.
William Burroughs aseguraba que "el movimiento literario Beat llegó exactamente en el momento justo y dijo algo que millones de personas de todas las nacionalidades en el mundo estaban esperando escuchar". Setenta años después, en un mundo que muestra una peligrosa tendencia a cerrarse y abrirse en ondulaciones de control, recueprar la voz de los Beat es en cierto modo una declaración de principios, una forma de inmortalizar intacta nuestra derrota.