Estos son poemas que buscan el recodo, la curva rítmica donde se podría contemplar acaso un pasado borroso, o bien preguntarle al paisaje, mejor aún, a la figura erguida de un árbol amigable cuál es el sentido de todo. Hugo Gola remansa entonces su palabra para darle color, en una leve torsión hacia la derecha y abajo que va como desgranando el fraseo, casi musicalmente, descendiendo por la escala de la página. Esa coloración sonora, por así decir, constituye el tono particular de un poeta que evoca tanto los ejemplos de otros que lo acompañan - Ashbery, Pound, Williams- cuando el gesto de aquellos que no es necesario nombrar porque pertenecen al origen de la propia interrogación poética del mundo- el gesto,sobre todo, de las preguntas de Juanele ante la naturaleza y ante el lenguaje. Las sílabas mismas de los términos que designarían las cosas se convierten entonces en matíces, posibilidades retomadas por la vida en la lengua, que gracias a la sutileza de un estilo único reverdece, retorna a la fuente del sentido. ¿Cuál? Una hoja que cae, un recuerdo impreciso que sin embargo llega a narrarse, la posible redención del instante presente que las palabras anhelan, la misma continuidad de la poesía en el registro más cercano a la propia vida. - Silvio Mattoni.
Estos son poemas que buscan el recodo, la curva rítmica donde se podría contemplar acaso un pasado borroso, o bien preguntarle al paisaje, mejor aún, a la figura erguida de un árbol amigable cuál es el sentido de todo. Hugo Gola remansa entonces su palabra para darle color, en una leve torsión hacia la derecha y abajo que va como desgranando el fraseo, casi musicalmente, descendiendo por la escala de la página. Esa coloración sonora, por así decir, constituye el tono particular de un poeta que evoca tanto los ejemplos de otros que lo acompañan - Ashbery, Pound, Williams- cuando el gesto de aquellos que no es necesario nombrar porque pertenecen al origen de la propia interrogación poética del mundo- el gesto,sobre todo, de las preguntas de Juanele ante la naturaleza y ante el lenguaje. Las sílabas mismas de los términos que designarían las cosas se convierten entonces en matíces, posibilidades retomadas por la vida en la lengua, que gracias a la sutileza de un estilo único reverdece, retorna a la fuente del sentido. ¿Cuál? Una hoja que cae, un recuerdo impreciso que sin embargo llega a narrarse, la posible redención del instante presente que las palabras anhelan, la misma continuidad de la poesía en el registro más cercano a la propia vida. - Silvio Mattoni.