Las páginas de estos diarios son una delicia. En ellas aparece, en el estado de su intimidad, un Ignacio Manuel Altamirano que hasta aquí daba la impresión de haber vivido exclusivamente para su personaje público, en la tribuna, , el periodismo, las campañas bélicas, el ensayo, la crítica teatral, la declamación. Con la habitual inconstancia que caracteriza a los mejores diarios, Altamirano compiló varias decenas de cuadernos con sus actividades y reflexiones cotidianas, sus numerosos miedos y achaques y sus contados entusiasmos, siendo los más notables de todos los que desempenó como cónsul de París, en los que serían los últimos años de su vida. La selección de este volumen proviene de esta etapa.
Las páginas de estos diarios son una delicia. En ellas aparece, en el estado de su intimidad, un Ignacio Manuel Altamirano que hasta aquí daba la impresión de haber vivido exclusivamente para su personaje público, en la tribuna, , el periodismo, las campañas bélicas, el ensayo, la crítica teatral, la declamación. Con la habitual inconstancia que caracteriza a los mejores diarios, Altamirano compiló varias decenas de cuadernos con sus actividades y reflexiones cotidianas, sus numerosos miedos y achaques y sus contados entusiasmos, siendo los más notables de todos los que desempenó como cónsul de París, en los que serían los últimos años de su vida. La selección de este volumen proviene de esta etapa.