La Muerte nos visita a todos; cuando visitó a Mort, le ofreció trabajo.
Pero cuando Mort se queda al cargo durante una noche, no puede evitar que su corazón se imponga sobre la razón y, como consecuencia, el Principio de Causalidad e incluso el futuro del Mundodisco se encuentran en peligro. Mort no sólo conoce a la hija adoptiva de la Muerte, Ysabell —que conserva la edad de dieciséis años desde hace treinta y cinco—, y a Albert —sirviente misterioso cuya comida es capaz de fulminarte con sólo mirarla, sino también a un mago inepto con un picaporte parlante y a una bella princesa algo malhumorada y completamente muerta. Y, por descontado, también conoce a la Muerte.
En el Mundodisco de Terry Pratchett, la Muerte es realmente un esqueleto de más de dos metros, viste túnica y capucha negras y empuña una guadaña. Pero también le gustan los gatos, el curry y cabalga a través de los cielos montado en un magnífico corcel blanco llamado Binky.
Stephen Briggs se dedica al teatro no profesional desde hace más de treinta años y asegura que esta obra puede ser representada sin contar con el presupuesto de Industrial Light & Magic. Y no sólo eso, sino que además sobraría para que el reparto se pudiera ir de copas por la noche.
La Muerte nos visita a todos; cuando visitó a Mort, le ofreció trabajo.
Pero cuando Mort se queda al cargo durante una noche, no puede evitar que su corazón se imponga sobre la razón y, como consecuencia, el Principio de Causalidad e incluso el futuro del Mundodisco se encuentran en peligro. Mort no sólo conoce a la hija adoptiva de la Muerte, Ysabell —que conserva la edad de dieciséis años desde hace treinta y cinco—, y a Albert —sirviente misterioso cuya comida es capaz de fulminarte con sólo mirarla, sino también a un mago inepto con un picaporte parlante y a una bella princesa algo malhumorada y completamente muerta. Y, por descontado, también conoce a la Muerte.
En el Mundodisco de Terry Pratchett, la Muerte es realmente un esqueleto de más de dos metros, viste túnica y capucha negras y empuña una guadaña. Pero también le gustan los gatos, el curry y cabalga a través de los cielos montado en un magnífico corcel blanco llamado Binky.
Stephen Briggs se dedica al teatro no profesional desde hace más de treinta años y asegura que esta obra puede ser representada sin contar con el presupuesto de Industrial Light & Magic. Y no sólo eso, sino que además sobraría para que el reparto se pudiera ir de copas por la noche.