"Los pétalos blancos, parecidos a la cera, se volvían transparentes y se adherían uno por uno a la luz del sol cayendo desde los cielos a la tierra. El bosque de acacias formaba un domo de miles de flores sobre la cabeza de Masao. Los pétalos se derretían en los brillantes rayos de sol que a su vez los escoltaban hasta el suelo, y la gravedad de la Tierra atraía sin esfuerzo a las livianas flores blancas. Masao miró las suaves nubes de marfil de principios de verano que se enganchaban en las copas de los árboles y después se liberaban, quedaban de nuevo entrelazadas entre las ramas para luego soltarse y alejarse. La fragancia derramada por los pistilos impregnaba el profundo interior de sus pulmones. Había pasado un mes desde la muerte de su esposa, pero no había enviado su cuerpo al crematorio, y todavía tenía relaciones sexuales con el cuerpo cada día. La agobiante y repugnante fetidez del cadáver llenó la casa. La fragancia de acacias hacía todo lo posible para desalojar el hedor gris de muerte que cubría sus pulmones."
Los escritos de Yayoi Kusama son una pesadilla hermosa. Todos tenemos pesadillas, no hay forma de escapar. Despertamos y volvemos a lo real. Estos textos intensos y alucinantes de Yayoi Kusama son lo que necesitamos para volver a la realidad.
"Los pétalos blancos, parecidos a la cera, se volvían transparentes y se adherían uno por uno a la luz del sol cayendo desde los cielos a la tierra. El bosque de acacias formaba un domo de miles de flores sobre la cabeza de Masao. Los pétalos se derretían en los brillantes rayos de sol que a su vez los escoltaban hasta el suelo, y la gravedad de la Tierra atraía sin esfuerzo a las livianas flores blancas. Masao miró las suaves nubes de marfil de principios de verano que se enganchaban en las copas de los árboles y después se liberaban, quedaban de nuevo entrelazadas entre las ramas para luego soltarse y alejarse. La fragancia derramada por los pistilos impregnaba el profundo interior de sus pulmones. Había pasado un mes desde la muerte de su esposa, pero no había enviado su cuerpo al crematorio, y todavía tenía relaciones sexuales con el cuerpo cada día. La agobiante y repugnante fetidez del cadáver llenó la casa. La fragancia de acacias hacía todo lo posible para desalojar el hedor gris de muerte que cubría sus pulmones."
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