Enrique Sánchez Abulí, el guionista de Torpedo 1936 y posiblemente el mejor escritor de cómics español de su generación, vuelve al género negro para construir un cóctel Molotov de crimen, pasión, sexo y mala leche que haría las delicias de Jim Thompson.
Compinchado con el dibujante argentino Marcelo Pérez, ambos ofrecen una obra divertida y escalofriante a un tiempo, que no tiene miedo a escarbar en los temores más profundos e inconfesables del ciudadano anónimo a partir de una premisa engañosamente lúdica e inofensiva.
Enrique Sánchez Abulí, el guionista de Torpedo 1936 y posiblemente el mejor escritor de cómics español de su generación, vuelve al género negro para construir un cóctel Molotov de crimen, pasión, sexo y mala leche que haría las delicias de Jim Thompson.
Compinchado con el dibujante argentino Marcelo Pérez, ambos ofrecen una obra divertida y escalofriante a un tiempo, que no tiene miedo a escarbar en los temores más profundos e inconfesables del ciudadano anónimo a partir de una premisa engañosamente lúdica e inofensiva.