El estrépito y la osadía de la poesía vanguardista hispanoamericana llegan hasta nuestros días. Hoy, a un siglo de distancia, podemos leer a los poetas de inicios del siglo XX como a unos ejemplares y reveladores contemporáneos. En la modernidad de la vanguardia encontramos el músculo, la sangre y el alma de buena parte de la poesía actual.
Nicaragua no fue ajena a las trepidaciones que sacudieron la literatura del continente en las primeras décadas del siglo pasado. Los vanguardistas nicaragüenses entendieron que debían romper con Darío, y sobre todo con sus obcecados epígonos, para crear una poesía nueva, intensa y vital. Jóvenes, muchos de ellos adolescentes, los poetas del istmo tuvieron en Granada el epicentro desde el cual irradiaron, con brío y convicción, sus creaciones literarias. Dos referentes, uno geográfico y otro arquitectónico, dieron las coordenadas a esta vanguardia. Por un lado, el lago Cocibolca, uno de los más grandes del mundo, con sus tentaciones de migración y anhelo de nuevos horizontes; por otro, la torre de la iglesia de la Merced, lugar donde los poetas se reunían a comentar lo mismo a los clásicos grecolatinos que a los vanguardistas de otros países.
Esta antología incluye las voces de Luis Alberto Cabrales, José Coronel Urtecho, Manolo Cuadra, Pablo Antonio Cuadra, Joaquín Pasos y Alberto Ordóñez Argüello, referentes ineludibles para comprender los alcances creativos y la influencia de la vanguardia en las ulteriores generaciones literarias del país centroamericano. Autores todos que se empeñaron en lograr que la literatura nicaragüense fuera ubicada y reconocida en el mapa literario hispanoamericano.
El estrépito y la osadía de la poesía vanguardista hispanoamericana llegan hasta nuestros días. Hoy, a un siglo de distancia, podemos leer a los poetas de inicios del siglo XX como a unos ejemplares y reveladores contemporáneos. En la modernidad de la vanguardia encontramos el músculo, la sangre y el alma de buena parte de la poesía actual.
Nicaragua no fue ajena a las trepidaciones que sacudieron la literatura del continente en las primeras décadas del siglo pasado. Los vanguardistas nicaragüenses entendieron que debían romper con Darío, y sobre todo con sus obcecados epígonos, para crear una poesía nueva, intensa y vital. Jóvenes, muchos de ellos adolescentes, los poetas del istmo tuvieron en Granada el epicentro desde el cual irradiaron, con brío y convicción, sus creaciones literarias. Dos referentes, uno geográfico y otro arquitectónico, dieron las coordenadas a esta vanguardia. Por un lado, el lago Cocibolca, uno de los más grandes del mundo, con sus tentaciones de migración y anhelo de nuevos horizontes; por otro, la torre de la iglesia de la Merced, lugar donde los poetas se reunían a comentar lo mismo a los clásicos grecolatinos que a los vanguardistas de otros países.
Esta antología incluye las voces de Luis Alberto Cabrales, José Coronel Urtecho, Manolo Cuadra, Pablo Antonio Cuadra, Joaquín Pasos y Alberto Ordóñez Argüello, referentes ineludibles para comprender los alcances creativos y la influencia de la vanguardia en las ulteriores generaciones literarias del país centroamericano. Autores todos que se empeñaron en lograr que la literatura nicaragüense fuera ubicada y reconocida en el mapa literario hispanoamericano.