Martina ya se había resignado a pasar sola la noche de San Valentín, hasta que el pequeño angelito le puso una piedra en el camino, y un dios rubio la recogió.
Martina ya se había resignado a pasar sola la noche de San Valentín, hasta que el pequeño angelito le puso una piedra en el camino, y un dios rubio la recogió.