El propósito de este libro no es, ni más ni menos, que exponer la enorme cantidad de contradicciones bíblicas que, a lo largo de mi vida, he ido encontrando en mi investigación de las Sagradas Escrituras.
He leído y releído la Biblia en innumerables ocasiones, pero en la “clave” que últimamente lo he hecho, jamás se me hubiese ocurrido si no hubiera sido por las enormes incoherencias y contradicciones encontradas, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Dios es un Dios de orden, un Dios coherente y un Dios veraz, entre los muchos calificativos que intrínsecamente tiene añadidos a Su propia naturaleza bendita. Y estoy segura de que, cuando comenzó la Creación, no pudo establecer un orden tan riguroso en el Universo para romperlo más tarde y que además quedase registrado en las Escrituras.
Más tarde, en el transcurso de mi exposición, explicaré por qué digo esto.
He buscado y rebuscado, investigado y profundizado, desde el primer capítulo de Génesis, hasta el último de Apocalipsis, y ya... es cuestión de conciencia abordar este tema, tan temido por algunos, tan tabú para otros, tan deseado por los menos, aunque para mí estos últimos son los más interesantes, y de los que he recibido el último impulso que necesitaba, para tan importante y trascendental decisión.
Hoy, después de mucho tiempo de incertidumbre, sobre si debo o no iniciar la escritura de mi libro, una vez verificada la necesidad de mi espíritu y el desasosiego que me ha producido la duda en cuanto a lo que debería hacer o no, pido humildemente en oración a Dios Todopoderoso que me conceda la luz, la fuerza y la gracia necesarias para poder plasmar en unas hojas de papel las controversias, desajustes y malentendidos conceptos que, hasta ahora y durante toda mi vida, he ido encontrando en mi camino hacia la búsqueda de la Verdad.
Trataré de explicarme con la mayor claridad y sencillez que me sea posible, no sólo para hacerlo llegar lo más nítidamente al lector sino para que éste pueda beneficiarse no perdiendo el tiempo en caminar por senderos que nunca le llevarían al puerto deseado.
El motivo de este testimonio es, ni más ni menos, dar a conocer a las personas que aman a Dios y van en busca de la Verdad, algunos de los conceptos que me han servido de base y sostén en mis argumentos, para más tarde coronar con éxito la razón de mis investigaciones.
Posiblemente, no sea fácil para mí resumir todos estos años de propósito, investigación y búsqueda de la Verdad pero, como antes he dicho, ha llegado el momento en el que se ha producido en mi interior una tan gran necesidad de participar a los que amo de las conclusiones obtenidas que, definitivamente, rindiéndome a la evidencia, no tengo otro remedio que darle libertad al teclado y que exprese lo que dicte el intelecto.
Si el fin que pretendo lo consigo lograr, creo, con sincera humildad, que los pobres medios de los que dispongo y que voy a utilizar, están más que justificados y son más que suficientes para lograr mi objetivo.
Sé que puede haber personas que, al principio de la lectura del libro, quizás por la falta de costumbre de tratar de estos asuntos o más bien por las prohibiciones que “a nivel de Iglesias” hayan podido tener se puedan "escandalizar", pero si este caso sucediera, les ruego que tengan un poco de paciencia y continúen la lectura pues, en este caso, el fin justifica los medios para poder coronar con éxito mis aunque modestas, pero sinceras y útiles averiguaciones.
El propósito de este libro no es, ni más ni menos, que exponer la enorme cantidad de contradicciones bíblicas que, a lo largo de mi vida, he ido encontrando en mi investigación de las Sagradas Escrituras.
He leído y releído la Biblia en innumerables ocasiones, pero en la “clave” que últimamente lo he hecho, jamás se me hubiese ocurrido si no hubiera sido por las enormes incoherencias y contradicciones encontradas, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Dios es un Dios de orden, un Dios coherente y un Dios veraz, entre los muchos calificativos que intrínsecamente tiene añadidos a Su propia naturaleza bendita. Y estoy segura de que, cuando comenzó la Creación, no pudo establecer un orden tan riguroso en el Universo para romperlo más tarde y que además quedase registrado en las Escrituras.
Más tarde, en el transcurso de mi exposición, explicaré por qué digo esto.
He buscado y rebuscado, investigado y profundizado, desde el primer capítulo de Génesis, hasta el último de Apocalipsis, y ya... es cuestión de conciencia abordar este tema, tan temido por algunos, tan tabú para otros, tan deseado por los menos, aunque para mí estos últimos son los más interesantes, y de los que he recibido el último impulso que necesitaba, para tan importante y trascendental decisión.
Hoy, después de mucho tiempo de incertidumbre, sobre si debo o no iniciar la escritura de mi libro, una vez verificada la necesidad de mi espíritu y el desasosiego que me ha producido la duda en cuanto a lo que debería hacer o no, pido humildemente en oración a Dios Todopoderoso que me conceda la luz, la fuerza y la gracia necesarias para poder plasmar en unas hojas de papel las controversias, desajustes y malentendidos conceptos que, hasta ahora y durante toda mi vida, he ido encontrando en mi camino hacia la búsqueda de la Verdad.
Trataré de explicarme con la mayor claridad y sencillez que me sea posible, no sólo para hacerlo llegar lo más nítidamente al lector sino para que éste pueda beneficiarse no perdiendo el tiempo en caminar por senderos que nunca le llevarían al puerto deseado.
El motivo de este testimonio es, ni más ni menos, dar a conocer a las personas que aman a Dios y van en busca de la Verdad, algunos de los conceptos que me han servido de base y sostén en mis argumentos, para más tarde coronar con éxito la razón de mis investigaciones.
Posiblemente, no sea fácil para mí resumir todos estos años de propósito, investigación y búsqueda de la Verdad pero, como antes he dicho, ha llegado el momento en el que se ha producido en mi interior una tan gran necesidad de participar a los que amo de las conclusiones obtenidas que, definitivamente, rindiéndome a la evidencia, no tengo otro remedio que darle libertad al teclado y que exprese lo que dicte el intelecto.
Si el fin que pretendo lo consigo lograr, creo, con sincera humildad, que los pobres medios de los que dispongo y que voy a utilizar, están más que justificados y son más que suficientes para lograr mi objetivo.
Sé que puede haber personas que, al principio de la lectura del libro, quizás por la falta de costumbre de tratar de estos asuntos o más bien por las prohibiciones que “a nivel de Iglesias” hayan podido tener se puedan "escandalizar", pero si este caso sucediera, les ruego que tengan un poco de paciencia y continúen la lectura pues, en este caso, el fin justifica los medios para poder coronar con éxito mis aunque modestas, pero sinceras y útiles averiguaciones.