«Este libro basta para abrir toda una inteligibilidad de las cosas. De los grandes libros de ;sabiduría;, es efectivamente el más breve y no obstante es completo, no le falta nada, su pensamiento es de una pieza; se puede decir incluso que a lo largo de sus ochenta y un párrafos no progresa, no añade nada, no hace sino variar alrededor de la misma idea. Mejor dicho, aquello alrededor de lo cual no deja de variar no es propiamente una ;idea;. Ni tampoco una creencia. No se dirige ni a la fe ni a la razón: desconoce esta tradicional diferenciación nuestra. No pretende ser teoría, ni se jacta de ser Revelación.Desconfiando de cualquier construcción de la mente y de la codificación que ésta impone, nos remite a lo que no podemos sino disfrazar apenas lo nombramos, lo que no dejamos de sobrecargar y que llamamos convencionalmente lo natural. Su traductora, Anne-Hélène Suárez Girard, ha dado con el enfoque adecuado: el de leer el Lao zi como lo leen los chinos. Es decir apoyándose en la tradición del comentario, tratando de traducir todo y permaneciendo lo más cerca posible del texto chino, glosando y añadiendo lo menos posible al texto. O sea proyectando lo menos posible.»
«Este libro basta para abrir toda una inteligibilidad de las cosas. De los grandes libros de ;sabiduría;, es efectivamente el más breve y no obstante es completo, no le falta nada, su pensamiento es de una pieza; se puede decir incluso que a lo largo de sus ochenta y un párrafos no progresa, no añade nada, no hace sino variar alrededor de la misma idea. Mejor dicho, aquello alrededor de lo cual no deja de variar no es propiamente una ;idea;. Ni tampoco una creencia. No se dirige ni a la fe ni a la razón: desconoce esta tradicional diferenciación nuestra. No pretende ser teoría, ni se jacta de ser Revelación.Desconfiando de cualquier construcción de la mente y de la codificación que ésta impone, nos remite a lo que no podemos sino disfrazar apenas lo nombramos, lo que no dejamos de sobrecargar y que llamamos convencionalmente lo natural. Su traductora, Anne-Hélène Suárez Girard, ha dado con el enfoque adecuado: el de leer el Lao zi como lo leen los chinos. Es decir apoyándose en la tradición del comentario, tratando de traducir todo y permaneciendo lo más cerca posible del texto chino, glosando y añadiendo lo menos posible al texto. O sea proyectando lo menos posible.»