Entre las muchas religiosas españolas que más o menos se dedicaron a la poesía, fuera de Santa Teresa, ninguna llegó adonde la insigne mejicana sor Juana Inés de la Cruz.
Fueron sus padres D. Pedro Manuel de Asbage, asturiano, y doña Isabel Ramírez de Cantillana, mejicana, ambos con cuantiosos bienes de fortuna y de las personas más distinguidas del virreinato. La monja-poetisa nació en San Miguel Nepantla . Desde muy niña despuntó en ella la afición al estudio.
Llegó a proponer a sus padres que la dejaran vestir de hombre para concurrir a las clases de la Universidad de Méjico. Brilló en la buena sociedad mejicana, y fué dama de honor de la virreina, marquesa de la Laguna. Ingresó al cabo en el convento de San José, llamado posteriormente Santa Teresa la Antigua, pero hizo su profesión en el de San Jerónimo, donde murió a los cuarenta y cuatro años de edad.
Sor Juana escribió comedias, autos y poesías… y alguna de sus composiciones figura dignamente entre las mejores castellanas.
Entre las muchas religiosas españolas que más o menos se dedicaron a la poesía, fuera de Santa Teresa, ninguna llegó adonde la insigne mejicana sor Juana Inés de la Cruz.
Fueron sus padres D. Pedro Manuel de Asbage, asturiano, y doña Isabel Ramírez de Cantillana, mejicana, ambos con cuantiosos bienes de fortuna y de las personas más distinguidas del virreinato. La monja-poetisa nació en San Miguel Nepantla . Desde muy niña despuntó en ella la afición al estudio.
Llegó a proponer a sus padres que la dejaran vestir de hombre para concurrir a las clases de la Universidad de Méjico. Brilló en la buena sociedad mejicana, y fué dama de honor de la virreina, marquesa de la Laguna. Ingresó al cabo en el convento de San José, llamado posteriormente Santa Teresa la Antigua, pero hizo su profesión en el de San Jerónimo, donde murió a los cuarenta y cuatro años de edad.
Sor Juana escribió comedias, autos y poesías… y alguna de sus composiciones figura dignamente entre las mejores castellanas.