"Este libro menciona en su título, Primera persona, una cuestión que bibliotecas enteras de teoría literaria han querido desplazar del interés de los lectores: precisamente, el "yo" del escritor, que su obra no solo enmascara sino que niega para que emerja la narración y la palabra de los personajes. Sin embargo, de manera empecinada, los lectores nos interesamos por los escritores y nuestro interés se sostiene en que no hemos sido convencidos, ni por la teoría ni en nuestra experiencia, de que la ficción sea, siempre y en primer lugar, un borramiento completo de la vida. Los reportajes de Graciela Speranza, entonces, nos dan lo que buscábamos como lectores que no se resignan: una imagen del escritor antes y después del libro.
Hablan quince escritores argentinos interrogados por una crítica. Graciela Speranza no buscó confesiones, ni sometió a prueba de sinceridad a los entrevistados: a cambio de esa medida de inteligencia, obtuvo mucho más de lo que buscaba."
"Este libro menciona en su título, Primera persona, una cuestión que bibliotecas enteras de teoría literaria han querido desplazar del interés de los lectores: precisamente, el "yo" del escritor, que su obra no solo enmascara sino que niega para que emerja la narración y la palabra de los personajes. Sin embargo, de manera empecinada, los lectores nos interesamos por los escritores y nuestro interés se sostiene en que no hemos sido convencidos, ni por la teoría ni en nuestra experiencia, de que la ficción sea, siempre y en primer lugar, un borramiento completo de la vida. Los reportajes de Graciela Speranza, entonces, nos dan lo que buscábamos como lectores que no se resignan: una imagen del escritor antes y después del libro.
Hablan quince escritores argentinos interrogados por una crítica. Graciela Speranza no buscó confesiones, ni sometió a prueba de sinceridad a los entrevistados: a cambio de esa medida de inteligencia, obtuvo mucho más de lo que buscaba."