Escribí este libro para introducir al lector en una sociedad que no ignoraba el matrimonio entre primos cruzados y que lo practico en muchas ocasiones, pero que en un momento determinado la Iglesia la invito a interrogarse acerca de semejante costumbre, y la convenció para que la abandonara. Llame memoria de los feudales a los ecos que despertó en la conciencia de los individuos el efecto de ese grave y decisivo cambio en las practicas familiares. Los testimonios sobre las actitudes subjetivas que acompañan a ese acontecimiento de la historia de Europa son tan excepcionales, que conviene resaltar su valor antes de que formen parte de un gabinete de curiosidades. Organice el libro como un tríptico, un relato en tres etapas, con un objetivo común: desvelar el perfil de unos hombres ante el desafio que supone saber que están a punto de perder su mundo vital, una sensación poco grata, que se ha producido numerosas veces en la historia. Primero me interese por la formalización de la memoria de los feudales... en segundo lugar analice el desafio de no olvidar al que toda sociedad llega en algún momento y, por ultimo, en tercer lugar, indague las maneras de concebir una representación cortes para la memoria de los feudales. En el mundo de los feudales, que se recupera a través de la memoria de sus protagonistas, cada palabra o cada gesto constituyen un reclamo a la legitimidad de un orden social. El bienestar o malestar cobran matices propios: un modo de sentir que incide en cada uno de los episodios de la historia de aquel tiempo. Convencidos de que una formación social se construye sobre un doble armazón, sobre el fundamento material de las relaciones de producción y sobre las superestructuras ideales que constituyen los sistemas de valores y las representaciones mentales, los historiadores suelen reconocer hoy el papel fundamental que desempeña la memoria en los complejos mecanismos por los cuales se reproducen las relaciones de una sociedad. Tales referencias a los acontecimientos, a las figuras ejemplares del pasado, que intentamos fechar con precisión o bien remitimos a los confines del mito, aseguran a los ojos de los dominantes la justificación, la legitimación del poder que ejercen, mientras otros alimentan entre los dominados el sueno de su liberación. Con toda evidencia no se podría comprender el funcionamiento de una sociedad sin examinar atentamente el modo en que ciertos recuerdos son meticulosamente conservados, otros relegados al olvido, y todos remodelados sin cesar. Y justamente porque están persuadidos de la necesidad de tal examen, los historiadores se inclinan a no tratar las fuentes como hicieran sus predecesores sino a preocuparse en primer lugar del testimonio que estas contienen acerca de las variaciones de la memoria colectiva. Jose Enrique Ruiz-Domenec emprende asi la tarea de releer ciertos textos y su relectura es particularmente novedosa, pues posee sobre la mayoría de los medievalistas, la ventaja de haber recibido una formación de filosofo, y en las mejores escuelas. Esto hace que observe la sociedad feudal desde un punto de vista algo insólito; considerándola bajo un angulo inhabitual percibiendo así fenómenos que escapan generalmente a la observación corriente, reclama nuestra atención sobre ellos. Por eso, todo lo que el publica conduce a reflexiones, a discusiones fecundas. Es justamente el caso de este libro.
Escribí este libro para introducir al lector en una sociedad que no ignoraba el matrimonio entre primos cruzados y que lo practico en muchas ocasiones, pero que en un momento determinado la Iglesia la invito a interrogarse acerca de semejante costumbre, y la convenció para que la abandonara. Llame memoria de los feudales a los ecos que despertó en la conciencia de los individuos el efecto de ese grave y decisivo cambio en las practicas familiares. Los testimonios sobre las actitudes subjetivas que acompañan a ese acontecimiento de la historia de Europa son tan excepcionales, que conviene resaltar su valor antes de que formen parte de un gabinete de curiosidades. Organice el libro como un tríptico, un relato en tres etapas, con un objetivo común: desvelar el perfil de unos hombres ante el desafio que supone saber que están a punto de perder su mundo vital, una sensación poco grata, que se ha producido numerosas veces en la historia. Primero me interese por la formalización de la memoria de los feudales... en segundo lugar analice el desafio de no olvidar al que toda sociedad llega en algún momento y, por ultimo, en tercer lugar, indague las maneras de concebir una representación cortes para la memoria de los feudales. En el mundo de los feudales, que se recupera a través de la memoria de sus protagonistas, cada palabra o cada gesto constituyen un reclamo a la legitimidad de un orden social. El bienestar o malestar cobran matices propios: un modo de sentir que incide en cada uno de los episodios de la historia de aquel tiempo. Convencidos de que una formación social se construye sobre un doble armazón, sobre el fundamento material de las relaciones de producción y sobre las superestructuras ideales que constituyen los sistemas de valores y las representaciones mentales, los historiadores suelen reconocer hoy el papel fundamental que desempeña la memoria en los complejos mecanismos por los cuales se reproducen las relaciones de una sociedad. Tales referencias a los acontecimientos, a las figuras ejemplares del pasado, que intentamos fechar con precisión o bien remitimos a los confines del mito, aseguran a los ojos de los dominantes la justificación, la legitimación del poder que ejercen, mientras otros alimentan entre los dominados el sueno de su liberación. Con toda evidencia no se podría comprender el funcionamiento de una sociedad sin examinar atentamente el modo en que ciertos recuerdos son meticulosamente conservados, otros relegados al olvido, y todos remodelados sin cesar. Y justamente porque están persuadidos de la necesidad de tal examen, los historiadores se inclinan a no tratar las fuentes como hicieran sus predecesores sino a preocuparse en primer lugar del testimonio que estas contienen acerca de las variaciones de la memoria colectiva. Jose Enrique Ruiz-Domenec emprende asi la tarea de releer ciertos textos y su relectura es particularmente novedosa, pues posee sobre la mayoría de los medievalistas, la ventaja de haber recibido una formación de filosofo, y en las mejores escuelas. Esto hace que observe la sociedad feudal desde un punto de vista algo insólito; considerándola bajo un angulo inhabitual percibiendo así fenómenos que escapan generalmente a la observación corriente, reclama nuestra atención sobre ellos. Por eso, todo lo que el publica conduce a reflexiones, a discusiones fecundas. Es justamente el caso de este libro.