El 7 de enero de 1920 Virginia Woolf comienza un nuevo cuaderno, el sexto de los 26 que escribió, con el que se inicia el vol. II del Diario editado por Tres Hermanas Ediciones, que da cuenta de su talento como reseñista, articulista, escritora y editora. Su amor a la vida, a sus amigos, a la literatura, a Londres, a sus paseos con Leonard, y a las flores quedan registrados para siempre. Hacia finales de 1923 convenció a su marido Leonard para mudarse al centro de Londres y, finalmente, en marzo de 1924 se trasladaron al n.º 52 de Tavistock Square : «Es posible que así sea la vida, pero dudo de que alguna vez logre convencer a L. Y aquí estoy, frustrada y deprimida, dispuesta a enfrentarme a una vida apagada & moderada en las afueras, justo cuando creía que podía avanzar a toda vela porque después de los 40 no volveré a atesorar tantas capacidades, y a mí me importa mucho más que a él perder la vida, porque la vida no significa lo mismo para los dos. íAy!, poder deslizarse dentro y fuera de las cosas cómodamente, estar en ellas, no al borde de ellas.» Asistimos desde un lugar privilegiado a la convicción de Virginia Woolf de que las mujeres deben tener «libertad para experimentar; [...] disentir de los hombres sin miedo a expresar abiertamente sus diferencias». Empezaba a convertirse, sin saberlo, en icono y estandarte del feminismo.
El 7 de enero de 1920 Virginia Woolf comienza un nuevo cuaderno, el sexto de los 26 que escribió, con el que se inicia el vol. II del Diario editado por Tres Hermanas Ediciones, que da cuenta de su talento como reseñista, articulista, escritora y editora. Su amor a la vida, a sus amigos, a la literatura, a Londres, a sus paseos con Leonard, y a las flores quedan registrados para siempre. Hacia finales de 1923 convenció a su marido Leonard para mudarse al centro de Londres y, finalmente, en marzo de 1924 se trasladaron al n.º 52 de Tavistock Square : «Es posible que así sea la vida, pero dudo de que alguna vez logre convencer a L. Y aquí estoy, frustrada y deprimida, dispuesta a enfrentarme a una vida apagada & moderada en las afueras, justo cuando creía que podía avanzar a toda vela porque después de los 40 no volveré a atesorar tantas capacidades, y a mí me importa mucho más que a él perder la vida, porque la vida no significa lo mismo para los dos. íAy!, poder deslizarse dentro y fuera de las cosas cómodamente, estar en ellas, no al borde de ellas.» Asistimos desde un lugar privilegiado a la convicción de Virginia Woolf de que las mujeres deben tener «libertad para experimentar; [...] disentir de los hombres sin miedo a expresar abiertamente sus diferencias». Empezaba a convertirse, sin saberlo, en icono y estandarte del feminismo.