Ser héroe es una profesión complicada, tanto o más que ser villano. Llevar el peso de la nación a cuestas no es un asunto sencillo, mucho menos en una patria tan carismática y turbulenta como la mexicana. El héroe es quien quiere y puede y su mundo es la aventura; en ella, las garantías de la normalidad quedan suspendidas.
En las pasiones de quienes coquetean con lo turbio, surge lo humano. A menudo olvidamos que nadie es héroe veinticuatro horas sobre veinticuatro y el grupo Monte Tauro, guiado por la fascinación que le provocan dichos personajes, incursiona, por tercera ocasión, en seguirles las huellas a estos íconos embriagadores que, valiéndose de indiscutibles talentos y todo tipo de artimañas, satisfacieron sus ideales y antojos y cambiaron, a veces sin saberlo, el curso de la historia.
Ser héroe es una profesión complicada, tanto o más que ser villano. Llevar el peso de la nación a cuestas no es un asunto sencillo, mucho menos en una patria tan carismática y turbulenta como la mexicana. El héroe es quien quiere y puede y su mundo es la aventura; en ella, las garantías de la normalidad quedan suspendidas.
En las pasiones de quienes coquetean con lo turbio, surge lo humano. A menudo olvidamos que nadie es héroe veinticuatro horas sobre veinticuatro y el grupo Monte Tauro, guiado por la fascinación que le provocan dichos personajes, incursiona, por tercera ocasión, en seguirles las huellas a estos íconos embriagadores que, valiéndose de indiscutibles talentos y todo tipo de artimañas, satisfacieron sus ideales y antojos y cambiaron, a veces sin saberlo, el curso de la historia.