En 1885, tras la Conferencia de Berl�n, �frica se divide como un jugoso pastel entre las grandes potencias europeas.Solo una parte del �frica Austral parece a salvo del reparto: el llamado Territorio Kitengo. Un conglomerado de etnias distintas que resiste el empuje imparable del Imperio Brit�nico desde hace a�os.Cuando su misterioso l�der, conocido como Toweenaar por los Boers, Baba Mweupe entre los nativos o el Gran Brujo Blanco por los colonos solicita encontrarse con un representante brit�nico, el encargo recae en John Kirk, c�nsul del Imperio en Zanz�bar y antiguo compa�ero de David Livingstone en sus expediciones. Pues todo indica que Livingstone, el misionero y explorador desaparecido sin rastro veinte a�os atr�s, es qui�n lidera el Territorio Kitengo y se atreve a desafiar a las potencias coloniales bajo el nombre de Gran Brujo Blanco.Sin embargo, Lord Kirk es herido por un rinoceronte en plena traves�a y el encargo de hallar a Livingstone y hacerle llegar las reclamaciones del Imperio recae en el naturalista de la expedici�n: un joven e inexperto zo�logo llamado Herbert George Wells.
En 1885, tras la Conferencia de Berl�n, �frica se divide como un jugoso pastel entre las grandes potencias europeas.Solo una parte del �frica Austral parece a salvo del reparto: el llamado Territorio Kitengo. Un conglomerado de etnias distintas que resiste el empuje imparable del Imperio Brit�nico desde hace a�os.Cuando su misterioso l�der, conocido como Toweenaar por los Boers, Baba Mweupe entre los nativos o el Gran Brujo Blanco por los colonos solicita encontrarse con un representante brit�nico, el encargo recae en John Kirk, c�nsul del Imperio en Zanz�bar y antiguo compa�ero de David Livingstone en sus expediciones. Pues todo indica que Livingstone, el misionero y explorador desaparecido sin rastro veinte a�os atr�s, es qui�n lidera el Territorio Kitengo y se atreve a desafiar a las potencias coloniales bajo el nombre de Gran Brujo Blanco.Sin embargo, Lord Kirk es herido por un rinoceronte en plena traves�a y el encargo de hallar a Livingstone y hacerle llegar las reclamaciones del Imperio recae en el naturalista de la expedici�n: un joven e inexperto zo�logo llamado Herbert George Wells.