La vocación de perderse

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Este breve ensayo no solo ahonda en cómo recuperar las habilidades naturales de orientación de nuestros antepasados, también reflexiona sobre la dimensión espiritual que nace de esa extraordinaria y olvidada experiencia.

Perderse o desviarse de un trayecto acostumbrado es la técnica que utiliza la naturaleza para evolucionar. También en el ámbito cultural muchas novedades y descubrimientos se producen porque, al apartarnos de la tradición, nos topamos por casualidad con algo nuevo que resulta interesante: Ahí tenemos el ejemplo de Cristóbal Colón que descubrió América mientras buscaba Asia.

Desde sus primeras travesías de montaña, Franco Michieli se dio cuenta de que aceptar un mundo en el que perderse y acabar en un camino inesperado y desconocido es una buena manera de renovarse uno mismo. Pasear por la naturaleza es la forma más universal y accesible a todos para, de vez en cuando, desprenderse de tantas falsas seguridades y caminos preestablecidos, también para poner a prueba el comportamiento del mundo. En realidad, mientras sigamos itinerarios bien señalizados y planificados, no tendremos forma de saber qué pasaría si buscásemos el camino leyendo únicamente la naturaleza. Todo cambia si seguimos nuestro rumbo interpretando las formas del terreno tal y como se nos presentan, observando cómo salen el sol y la luna, descifrando las redes fluviales o navegando por la niebla según la dirección del viento.