Es la de Francisco Brines una poesía de inquietudes y, a la vez, de serenidad. De inquietudes, porque nos advierte sobre las que el autor siente como verdades últimas y turbadoras de la vida y el ser. De serenidad, porque la profiere una voz de talante estoico y clásico, liberada por tanto de violencias y angustias. Poesía así de raíz existencial y proyección metafísica, acogida cada vez con mayor ternura a las sugerencias de la expresividad simbolista, que va tensando un arco donde quedan registrados a un tiempo el apagamiento y el esplendor de la realidad. Por el conjunto de su obra, Brines alcanzó en 1999 el Premio Nacional de las Letras españolas.
Es la de Francisco Brines una poesía de inquietudes y, a la vez, de serenidad. De inquietudes, porque nos advierte sobre las que el autor siente como verdades últimas y turbadoras de la vida y el ser. De serenidad, porque la profiere una voz de talante estoico y clásico, liberada por tanto de violencias y angustias. Poesía así de raíz existencial y proyección metafísica, acogida cada vez con mayor ternura a las sugerencias de la expresividad simbolista, que va tensando un arco donde quedan registrados a un tiempo el apagamiento y el esplendor de la realidad. Por el conjunto de su obra, Brines alcanzó en 1999 el Premio Nacional de las Letras españolas.