Preguntar por el propósito de este libro equivaldría a preguntar por el propósito de la vida.
No serían horas, sino años, siglos, vidas y todavía más vidas las que debieran destinarse a hallarlo, habida cuenta de que —¡de qué manera tan silenciosa y prudente!— muy bien disimula su presencia en quien escribe esto y en toda forma de ser viviente y también de ser no tan viviente.
[…]
Contémplense, pues, las letras de este libro como si del punto más hondo de la roca o el trozo de tela se tratara. Y tal cual —sin siquiera verlo— estará contemplándose su propósito.
Preguntar por el propósito de este libro equivaldría a preguntar por el propósito de la vida.
No serían horas, sino años, siglos, vidas y todavía más vidas las que debieran destinarse a hallarlo, habida cuenta de que —¡de qué manera tan silenciosa y prudente!— muy bien disimula su presencia en quien escribe esto y en toda forma de ser viviente y también de ser no tan viviente.
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Contémplense, pues, las letras de este libro como si del punto más hondo de la roca o el trozo de tela se tratara. Y tal cual —sin siquiera verlo— estará contemplándose su propósito.