Martha Favila sabe que en lo diario lo extraordinario tiene su casa. Esta sabiduría le viene de unos ojos catadores de luz, pendientes de sus más minúsculos matices, que filtran las horas, pero también los estados de ánimo y las nubes, las amistosas que producen las lluvias, pero también las que ensombrecen y deprimen. Nuestra poeta posee un alma honesta y asombrada que capta, en el momento de intersección entre ella y su circunstancia, el lado mejor y más sereno de las cosas.
Martha Favila sabe que en lo diario lo extraordinario tiene su casa. Esta sabiduría le viene de unos ojos catadores de luz, pendientes de sus más minúsculos matices, que filtran las horas, pero también los estados de ánimo y las nubes, las amistosas que producen las lluvias, pero también las que ensombrecen y deprimen. Nuestra poeta posee un alma honesta y asombrada que capta, en el momento de intersección entre ella y su circunstancia, el lado mejor y más sereno de las cosas.