Encarnó, en esto parece que hay consenso, al mejor James Bond, al primero, al auténtico, al que advertía que la pelea era larga y la vida demasiado corta, aunque merecía la pena vivirla dos veces y mejor a ritmo de Nancy Sinatra. Sus personajes repercuten inmediatamente en el imaginario colectivo, tal es la fuerza de este intérprete hecho a sí mismo, que se nos entremetía por los afectos subterráneos de la conciencia. Porque la verdad es que los que lo seguíamos y coleccionábamos sus aventuras en el celuloide o en otros formatos, íbamos a ver una película de Sean Connery.
En este volumen dieciocho firmas rinden homenaje a la presencia cercanísima de Sean Connery, con el regocijo juvenil y cinéfilo que nos acompañó en nuestros años mozos, y el convencimiento de que no hace falta desprenderse de los mitos, porque nacen del encuentro de la ficción con la vida.
Encarnó, en esto parece que hay consenso, al mejor James Bond, al primero, al auténtico, al que advertía que la pelea era larga y la vida demasiado corta, aunque merecía la pena vivirla dos veces y mejor a ritmo de Nancy Sinatra. Sus personajes repercuten inmediatamente en el imaginario colectivo, tal es la fuerza de este intérprete hecho a sí mismo, que se nos entremetía por los afectos subterráneos de la conciencia. Porque la verdad es que los que lo seguíamos y coleccionábamos sus aventuras en el celuloide o en otros formatos, íbamos a ver una película de Sean Connery.
En este volumen dieciocho firmas rinden homenaje a la presencia cercanísima de Sean Connery, con el regocijo juvenil y cinéfilo que nos acompañó en nuestros años mozos, y el convencimiento de que no hace falta desprenderse de los mitos, porque nacen del encuentro de la ficción con la vida.