Ambición: una palabra que altera, aunque sea levemente, su significado, según el género al que se aplique.
Si un hombre es ambicioso, se entiende esto como una cualidad positiva.
Si se trata de una mujer, va a envolverla un aura de ligera sospecha. Cuando se dice de una mujer que es ambiciosa, puede tácitamente esperarse que el mundo de los afectos no sea para ella el centro de su vida. Y esto, a la mujer, todavía se le cuestiona. Porque una mujer ambiciosa se supone que deja a un lado el amor o muchas veces lo coloca en un lugar más práctico que sensible. Y lucha en pie de igualdad con el varón.
También ocurre que se sospeche de ella que es intrigante. O cercana a la traición, a la insidia, aun al asesinato, para conseguir sus fines.
De todo esto hay ejemplos, porque sin duda la personalidad de la mujer ha ido siendo moldeada en circunstancias de excepcionalidad.
Catalina de Rusia, Lucrecia Borgia, Margaret Thatcher, son solamente unos pocos nombres de ambiciosas condenadas unánimemente.
Las mujeres de las que trata este libro no representan sino un momento de transición en el camino hacia la autonomía auténtica de la mujer.
Nacidas al borde del turbulento siglo XIX –como Leni Riefenstahl o Isadora Duncan– o ya avanzado el siglo XX, como es el caso de Jacqueline Bouvier Kennedy, comparten todas ellas algunas características que podrían considerarse como las razones de sus complejas personalidades.
Language
Spanish; Castilian
Pages
223
Format
Paperback
Release
January 01, 2007
ISBN 13
9789707322462
Las ambiciosas: Retratos de mujeres que aspiraron a más y lo lograron
Ambición: una palabra que altera, aunque sea levemente, su significado, según el género al que se aplique.
Si un hombre es ambicioso, se entiende esto como una cualidad positiva.
Si se trata de una mujer, va a envolverla un aura de ligera sospecha. Cuando se dice de una mujer que es ambiciosa, puede tácitamente esperarse que el mundo de los afectos no sea para ella el centro de su vida. Y esto, a la mujer, todavía se le cuestiona. Porque una mujer ambiciosa se supone que deja a un lado el amor o muchas veces lo coloca en un lugar más práctico que sensible. Y lucha en pie de igualdad con el varón.
También ocurre que se sospeche de ella que es intrigante. O cercana a la traición, a la insidia, aun al asesinato, para conseguir sus fines.
De todo esto hay ejemplos, porque sin duda la personalidad de la mujer ha ido siendo moldeada en circunstancias de excepcionalidad.
Catalina de Rusia, Lucrecia Borgia, Margaret Thatcher, son solamente unos pocos nombres de ambiciosas condenadas unánimemente.
Las mujeres de las que trata este libro no representan sino un momento de transición en el camino hacia la autonomía auténtica de la mujer.
Nacidas al borde del turbulento siglo XIX –como Leni Riefenstahl o Isadora Duncan– o ya avanzado el siglo XX, como es el caso de Jacqueline Bouvier Kennedy, comparten todas ellas algunas características que podrían considerarse como las razones de sus complejas personalidades.