Tal como sucede con Robert Bresson, Yasujiro Ozu o Carl Theodor Dreyer, Andrei Tarkovski posee un lenguaje propio e inconfundible, y durante toda su vida fue fiel a unos principios estéticos y filosóficos que le convirtieron en un director de minorías. Sin embargo, más de quince años después de su muerte, su obra goza del respeto de toda la crítica y se ha convertido en un objeto de estudio en las escuelas de cinematografía de todo el mundo.
Tal como sucede con Robert Bresson, Yasujiro Ozu o Carl Theodor Dreyer, Andrei Tarkovski posee un lenguaje propio e inconfundible, y durante toda su vida fue fiel a unos principios estéticos y filosóficos que le convirtieron en un director de minorías. Sin embargo, más de quince años después de su muerte, su obra goza del respeto de toda la crítica y se ha convertido en un objeto de estudio en las escuelas de cinematografía de todo el mundo.