Especie de Hamlet chino, El hijo del cielo es la novela del príncipe Guangxu, atrapado entre las murallas y los espectros de la Ciudad Prohibida, en busca siempre de saber qué hay más allá, de “inspeccionar lo invisible y oír lo inaudito”. La escritura de Segalen se mantiene fresca, ágil, divertida y brillante como un collage: entre falsos edictos imperiales, poemas caídos del pincel del Emperador, decretos de la Emperatriz Viuda y comentarios de un escriba, la novela es una alegoría de la literatura como una forma de entregarse a un mundo maravilloso.
Especie de Hamlet chino, El hijo del cielo es la novela del príncipe Guangxu, atrapado entre las murallas y los espectros de la Ciudad Prohibida, en busca siempre de saber qué hay más allá, de “inspeccionar lo invisible y oír lo inaudito”. La escritura de Segalen se mantiene fresca, ágil, divertida y brillante como un collage: entre falsos edictos imperiales, poemas caídos del pincel del Emperador, decretos de la Emperatriz Viuda y comentarios de un escriba, la novela es una alegoría de la literatura como una forma de entregarse a un mundo maravilloso.