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Consumidor final

Consumidor final

Pedro Mairal
0/5 ( ratings)
Aquí tenemos un libro nacido de su propia necesidad, que no sigue modas ni baja línea, que no pretende deslumbrar y viene directamente del corazón. Por eso será que alcanza al corazón del lector directamente, como un suave balazo inexorable que nos descuaja del mundo de prosa sofocante en que vivimos y nos devuelve al mundo donde se respira, el de la poesía, el verdadero y único primer mundo. Sacudidos como estamos por una guerra inicua y por las deplorables vicisitudes que recorre nuestro país, este libro propone un espacio de calma. Pero ante todo no se comprenda que se trata de consuelos: Mairal se autodefine como poeta de ascensor, alguien que quiso escribir poemas cosmogónicos y ahora siente que hasta la palabra noche le está prohibida: "yo me refiero a este apagón del verbo", "¿cómo es un poema en un departamento a oscuras?", dice en un poema extraordinario, "La fauna embalsamada", que contiene su propia poética.

Aquí la ciudad no es un problema de estética positiva como en Borges o negativa como en Storni, no es el objeto pintoresco, humorístico y querible de Fernández Moreno, no es la acechanza contra el hombre romántico como en Neruda ni la evocación tanguera de Gelman. Aquí la ciudad se desenmascara, muestra su garra despiadada, su condición vampírica, la degradación de su belleza y su economía feroz, pero todo está dicho en una suerte de estoica sordina, desde un sereno y austero medirse con la iniquidad que no omite llamarla por su nombre. La ciudad de Mairal es una formidable hecatombe de injusticia, una cárcel donde la memoria animal de nuestro cuerpo y el resplandor de lenguajes desaparecidos agoniza. Pero Mairal resiste esta intemperie con una sonrisa humilde e irónica, rescata el ajetreado durazno hasta su flor, contempla la mariposa y la detiene con pincelada inolvidable: "Un latido posado sobre el pasto/ las alas encendidas en el aire / en torno a la humildad de las gallinas / arriba en el verano / abajo en la extensión de la culebra / la brasa de sus solamente alas / circunda las camisas." No intenta desafíos ni denuncias: enuncia, expone, muestra la herida irreversible, las ignominias de la indignidad humana. Tampoco se nos muestra omnipotente o justificado: nos confía el malestar del hombre cuya mujer espera un hijo, los bloqueos que amenazan su escritura, la distancia que lo separa del jubilado o el accidentado, la incertidumbre del amor. Su experiencia forma parte de la miseria de la ciudad, está plasmada por ella, pero también propone estrategias de supervivencia: su manera de mirar a los árboles, de acunar al que viene con el cósmico aletear de las ballenas. Un pudor que nunca condesciende al sentimentalismo , una recatada fuerza interior, sin retóricas ni alardes, impera en estas páginas, que se internan en lo más sórdido y trivial de nuestra rutina contemporánea sin intentar transfigurarla, pero nos dejan misteriosamente hondos y nuevos después de su lectura.

Este es un libro que se mueve y sin embargo se está quieto; es tenue pero no impreciso, intenso y sin embargo suave. No apela a la homosexualidad ni a la heterosexualidad, no reedita perimidos clasicismos ni anticipa los desgarros del futuro, no es obsceno ni místico, no invoca políticas correctas o incorrectas, no deconstruye ni intertextualiza, no lunfardiza ni blasfema. No propone acertijos ni se supone sabio; no contiene ilustres citas implícitas. Sus arquetipos no son las últimas teorías literarias sin el jubilado que se desploma, el suicidado en su balcón, la mujer que se ve obligada a trocar aguas vivas por aguas muertas. Mairal llora pero canta bajito; de sus lágrimas sube una luz y de su canto arranca un pájaro

Y no es un libro más: aquí sí, por fin, llega un poeta. Digamos gracias.
Language
Spanish; Castilian
Pages
86
Format
Paperback
Release
January 01, 2003

Consumidor final

Pedro Mairal
0/5 ( ratings)
Aquí tenemos un libro nacido de su propia necesidad, que no sigue modas ni baja línea, que no pretende deslumbrar y viene directamente del corazón. Por eso será que alcanza al corazón del lector directamente, como un suave balazo inexorable que nos descuaja del mundo de prosa sofocante en que vivimos y nos devuelve al mundo donde se respira, el de la poesía, el verdadero y único primer mundo. Sacudidos como estamos por una guerra inicua y por las deplorables vicisitudes que recorre nuestro país, este libro propone un espacio de calma. Pero ante todo no se comprenda que se trata de consuelos: Mairal se autodefine como poeta de ascensor, alguien que quiso escribir poemas cosmogónicos y ahora siente que hasta la palabra noche le está prohibida: "yo me refiero a este apagón del verbo", "¿cómo es un poema en un departamento a oscuras?", dice en un poema extraordinario, "La fauna embalsamada", que contiene su propia poética.

Aquí la ciudad no es un problema de estética positiva como en Borges o negativa como en Storni, no es el objeto pintoresco, humorístico y querible de Fernández Moreno, no es la acechanza contra el hombre romántico como en Neruda ni la evocación tanguera de Gelman. Aquí la ciudad se desenmascara, muestra su garra despiadada, su condición vampírica, la degradación de su belleza y su economía feroz, pero todo está dicho en una suerte de estoica sordina, desde un sereno y austero medirse con la iniquidad que no omite llamarla por su nombre. La ciudad de Mairal es una formidable hecatombe de injusticia, una cárcel donde la memoria animal de nuestro cuerpo y el resplandor de lenguajes desaparecidos agoniza. Pero Mairal resiste esta intemperie con una sonrisa humilde e irónica, rescata el ajetreado durazno hasta su flor, contempla la mariposa y la detiene con pincelada inolvidable: "Un latido posado sobre el pasto/ las alas encendidas en el aire / en torno a la humildad de las gallinas / arriba en el verano / abajo en la extensión de la culebra / la brasa de sus solamente alas / circunda las camisas." No intenta desafíos ni denuncias: enuncia, expone, muestra la herida irreversible, las ignominias de la indignidad humana. Tampoco se nos muestra omnipotente o justificado: nos confía el malestar del hombre cuya mujer espera un hijo, los bloqueos que amenazan su escritura, la distancia que lo separa del jubilado o el accidentado, la incertidumbre del amor. Su experiencia forma parte de la miseria de la ciudad, está plasmada por ella, pero también propone estrategias de supervivencia: su manera de mirar a los árboles, de acunar al que viene con el cósmico aletear de las ballenas. Un pudor que nunca condesciende al sentimentalismo , una recatada fuerza interior, sin retóricas ni alardes, impera en estas páginas, que se internan en lo más sórdido y trivial de nuestra rutina contemporánea sin intentar transfigurarla, pero nos dejan misteriosamente hondos y nuevos después de su lectura.

Este es un libro que se mueve y sin embargo se está quieto; es tenue pero no impreciso, intenso y sin embargo suave. No apela a la homosexualidad ni a la heterosexualidad, no reedita perimidos clasicismos ni anticipa los desgarros del futuro, no es obsceno ni místico, no invoca políticas correctas o incorrectas, no deconstruye ni intertextualiza, no lunfardiza ni blasfema. No propone acertijos ni se supone sabio; no contiene ilustres citas implícitas. Sus arquetipos no son las últimas teorías literarias sin el jubilado que se desploma, el suicidado en su balcón, la mujer que se ve obligada a trocar aguas vivas por aguas muertas. Mairal llora pero canta bajito; de sus lágrimas sube una luz y de su canto arranca un pájaro

Y no es un libro más: aquí sí, por fin, llega un poeta. Digamos gracias.
Language
Spanish; Castilian
Pages
86
Format
Paperback
Release
January 01, 2003

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