Y le siguen trece monos dispuestos a colonizar el mundo.
El regreso de César Mallorquí al género fantástico era una noticia largamente esperada. Que lo haga con relatos como los de Trece monos, entre ellos los extraordinarios «El decimoquinto movimiento» y «Naturaleza humana», es, además, un acontecimiento.
Gaudí resucitado virtualmente, el señor Scrooge vendiendo juguetes sexuales durante los Juegos Olímpicos de Londres, Dios con el rostro de Hugh Laurie... pero también la humanidad del siglo xxiii, el secreto de la longevidad, una partida de ajedrez milenaria, un cartógrafo regalando una isla a su amada... y unos extraños monos que escriben novelas.
He aquí al mejor Mallorquí, al más maduro y al más vitriólico, al rey de la gran ciencia ficción.
Que se preparen los padres, que lo conocen por su trabajo en la mítica La Codorniz y por novelas como El juego de Caín; que lo hagan los hijos, que en los noventa ya le consideraban un clásico de la ciencia ficción española por libros como El Círculo de Jericó y todos los premios imaginables; y que se les unan los nietos, que han devorado sus obras juveniles, de La catedral a La isla de Bowen, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2013.
Y le siguen trece monos dispuestos a colonizar el mundo.
El regreso de César Mallorquí al género fantástico era una noticia largamente esperada. Que lo haga con relatos como los de Trece monos, entre ellos los extraordinarios «El decimoquinto movimiento» y «Naturaleza humana», es, además, un acontecimiento.
Gaudí resucitado virtualmente, el señor Scrooge vendiendo juguetes sexuales durante los Juegos Olímpicos de Londres, Dios con el rostro de Hugh Laurie... pero también la humanidad del siglo xxiii, el secreto de la longevidad, una partida de ajedrez milenaria, un cartógrafo regalando una isla a su amada... y unos extraños monos que escriben novelas.
He aquí al mejor Mallorquí, al más maduro y al más vitriólico, al rey de la gran ciencia ficción.
Que se preparen los padres, que lo conocen por su trabajo en la mítica La Codorniz y por novelas como El juego de Caín; que lo hagan los hijos, que en los noventa ya le consideraban un clásico de la ciencia ficción española por libros como El Círculo de Jericó y todos los premios imaginables; y que se les unan los nietos, que han devorado sus obras juveniles, de La catedral a La isla de Bowen, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2013.