Pío es murciano, sesentón y divorciado, y la empresa para la que trabaja en España lo envía a poner orden en la caótica filial de Cuba. Y así, entre el griterío habitual de las calles habaneras y la música salsa que sale de las puertas abiertas, se oyen los compases de una zarzuela española. Formidable mezcla, tan formidable como la impresión que causa la inocente, la cándida Maricari en el español. Esa bonita Maricari, que rehúsa ser jinetera a pesar de las presiones de su terrorífica madre, y que ha sido abandonada por su único y primerísimo novio, que ha marchado en pos de una europea rica. Porque la Habana de Dovalpage es ruidosa, pero también ruinosa, y cada quien goza y se busca la vida como puede. Por ejemplo, Mercedes, que en verdad es Teófilo, y elegantemente travestida se gana la vida como consultante espiritual, y muy prestigiosa santera. Maricari la consulta, y siguiendo sus consejos, aprieta el acelerador en su relación con Pío, y se va a vivir con él. Pero a Mercedes-Téofilo, desde que ha conocido a Maricari, ya no le resultan tan convincentes los potentes encantos de su novio, y el singular triángulo se vuelve una figura más digna de la física atómica que de las complicadas geometrías sexuales y sentimentales de La Habana...
Desgarrada, deslenguada, divertidísima, esta Muerte de un murciano en La Habana, que no por azar se coloca en la estela de aquella Muerte de Sevilla en Madrid, uno de los más espléndidos, negros y divertidos relatos de Alfredo Bryce Echenique, promete ser uno de los más gozosos descubrimientos de la novísima literatura hispanoamericana. Como ha escrito Benigno Dou en El Nuevo Herald, «Teresa Dovalpage es una nueva voz literaria con méritos propios, que ha llegado para quedarse...».
Pío es murciano, sesentón y divorciado, y la empresa para la que trabaja en España lo envía a poner orden en la caótica filial de Cuba. Y así, entre el griterío habitual de las calles habaneras y la música salsa que sale de las puertas abiertas, se oyen los compases de una zarzuela española. Formidable mezcla, tan formidable como la impresión que causa la inocente, la cándida Maricari en el español. Esa bonita Maricari, que rehúsa ser jinetera a pesar de las presiones de su terrorífica madre, y que ha sido abandonada por su único y primerísimo novio, que ha marchado en pos de una europea rica. Porque la Habana de Dovalpage es ruidosa, pero también ruinosa, y cada quien goza y se busca la vida como puede. Por ejemplo, Mercedes, que en verdad es Teófilo, y elegantemente travestida se gana la vida como consultante espiritual, y muy prestigiosa santera. Maricari la consulta, y siguiendo sus consejos, aprieta el acelerador en su relación con Pío, y se va a vivir con él. Pero a Mercedes-Téofilo, desde que ha conocido a Maricari, ya no le resultan tan convincentes los potentes encantos de su novio, y el singular triángulo se vuelve una figura más digna de la física atómica que de las complicadas geometrías sexuales y sentimentales de La Habana...
Desgarrada, deslenguada, divertidísima, esta Muerte de un murciano en La Habana, que no por azar se coloca en la estela de aquella Muerte de Sevilla en Madrid, uno de los más espléndidos, negros y divertidos relatos de Alfredo Bryce Echenique, promete ser uno de los más gozosos descubrimientos de la novísima literatura hispanoamericana. Como ha escrito Benigno Dou en El Nuevo Herald, «Teresa Dovalpage es una nueva voz literaria con méritos propios, que ha llegado para quedarse...».