Un hombre joven busca a su padre, un escritor que dejó una obra breve pero formidable, y que murió antes de cumplir los 50 años. Lo busca, acompañado por una muchacha que escribe una tesis sobre esa obra, sobre ese escritor y ese padre deconstruido por el silencio y por el tiempo. Ambos, hijo y muchacha, se ven en la tarea de juntar pedazos, armar un intrincado puzzle, rescatar una memoria casi perdida, pero al mismo tiempo se ven juntos en la tarea de construir una pareja voraz y tortuosa.
“La idea de mi padre como un montón de partes arriba de una mesa”, se lamenta el hijo, y de ese modo sintetiza de la mejor manera el corazón de esta historia, que es también la construcción de esa otra paternidad que enfrenta todo escritor: la propia literatura. Así lo hace Horacio Cavallo, con el mismo gesto asombrado, virtuoso y tenaz de sus anteriores libros.
Un hombre joven busca a su padre, un escritor que dejó una obra breve pero formidable, y que murió antes de cumplir los 50 años. Lo busca, acompañado por una muchacha que escribe una tesis sobre esa obra, sobre ese escritor y ese padre deconstruido por el silencio y por el tiempo. Ambos, hijo y muchacha, se ven en la tarea de juntar pedazos, armar un intrincado puzzle, rescatar una memoria casi perdida, pero al mismo tiempo se ven juntos en la tarea de construir una pareja voraz y tortuosa.
“La idea de mi padre como un montón de partes arriba de una mesa”, se lamenta el hijo, y de ese modo sintetiza de la mejor manera el corazón de esta historia, que es también la construcción de esa otra paternidad que enfrenta todo escritor: la propia literatura. Así lo hace Horacio Cavallo, con el mismo gesto asombrado, virtuoso y tenaz de sus anteriores libros.