El dios del fútbol, como nos recuerda Castagnet, es despiadado. En este libro está la vida de un hincha que en este caso es de Gimnasia pero que podría ser de cualquier otro equipo. La pasión, las derrotas, las alegrías, la esperanza invencible.La falta de campeonatos, el 0-7, algún descenso. Pero también Timoteo, Sava, aquellos goles agónicos de Niell, los ascensos, el Beto Márcico, los Mellizos. Y, como siempre, las relaciones paterno filiales atravesadas por el fútbol. ""Hablar de Gimnasia es hablar de mi infancia. De la caja de plástico azul donde guardaba todos los recortes sobre el Lobo desde que tenía ocho años. Ahora es como si volviera a abrir esa caja, a la distancia, como si no estuviera en un país lleno de nieve sino en la biblioteca de mi casa paterna. Todo lo que diga está sujeto a los errores de mi memoria, y prometo equivocarme mucho, salvo con lo que tenga que ver con Gimnasia. No puedo escribir esto sin ponerme en ridículo a mí mismo. Hinchar por un equipo de fútbol, hacerlo formar parte de tu identidad hasta el punto en que los resultados de sus partidos te representen, es ridículo. Y sin embargo acá estoy, pese a todo, dándole una importancia desmesurada a nuestras derrotas y triunfos pasajeros. No voy a censurar nada que me deje mal parado: el amor por un club de fútbol, como todo amor, te expone hasta los huesos.El corazón de un hincha de Gimnasia está quebrado en mil pedazos y sin embargo arde con una nafta que no se apaga.
El dios del fútbol, como nos recuerda Castagnet, es despiadado. En este libro está la vida de un hincha que en este caso es de Gimnasia pero que podría ser de cualquier otro equipo. La pasión, las derrotas, las alegrías, la esperanza invencible.La falta de campeonatos, el 0-7, algún descenso. Pero también Timoteo, Sava, aquellos goles agónicos de Niell, los ascensos, el Beto Márcico, los Mellizos. Y, como siempre, las relaciones paterno filiales atravesadas por el fútbol. ""Hablar de Gimnasia es hablar de mi infancia. De la caja de plástico azul donde guardaba todos los recortes sobre el Lobo desde que tenía ocho años. Ahora es como si volviera a abrir esa caja, a la distancia, como si no estuviera en un país lleno de nieve sino en la biblioteca de mi casa paterna. Todo lo que diga está sujeto a los errores de mi memoria, y prometo equivocarme mucho, salvo con lo que tenga que ver con Gimnasia. No puedo escribir esto sin ponerme en ridículo a mí mismo. Hinchar por un equipo de fútbol, hacerlo formar parte de tu identidad hasta el punto en que los resultados de sus partidos te representen, es ridículo. Y sin embargo acá estoy, pese a todo, dándole una importancia desmesurada a nuestras derrotas y triunfos pasajeros. No voy a censurar nada que me deje mal parado: el amor por un club de fútbol, como todo amor, te expone hasta los huesos.El corazón de un hincha de Gimnasia está quebrado en mil pedazos y sin embargo arde con una nafta que no se apaga.