Samuel Fuller dejó tras de sí veintitrés largometrajes y una decena de telefilmes como director, una veintena de guiones y argumentos acreditados o sin acreditar, doce novelas y más de veinte apariciones como actor. La corrección, entendida como sumisión a las normas, nunca le interesó lo más mínimo en ninguna de sus facetas profesionales, como periodista , novelista, realizador o guionista; y, en este sentido, todas las películas de Fuller son eminentemente inconformistas, físicas y virulentas, libres de ataduras, independientes en el mejor sentido de la palabra, prácticas y a la vez enloquecidas, irrespetuosas con los códigos genéricos, turbadoras y arrolladoras. El cine de Fuller continúa proponiendo muchos interrogantes como obra viva que es, y de esa sensación de encontrarse ante un caso único en los anales cinematográficos proviene la definición de Godard: "El cine está en Samuel Fuller".
Samuel Fuller dejó tras de sí veintitrés largometrajes y una decena de telefilmes como director, una veintena de guiones y argumentos acreditados o sin acreditar, doce novelas y más de veinte apariciones como actor. La corrección, entendida como sumisión a las normas, nunca le interesó lo más mínimo en ninguna de sus facetas profesionales, como periodista , novelista, realizador o guionista; y, en este sentido, todas las películas de Fuller son eminentemente inconformistas, físicas y virulentas, libres de ataduras, independientes en el mejor sentido de la palabra, prácticas y a la vez enloquecidas, irrespetuosas con los códigos genéricos, turbadoras y arrolladoras. El cine de Fuller continúa proponiendo muchos interrogantes como obra viva que es, y de esa sensación de encontrarse ante un caso único en los anales cinematográficos proviene la definición de Godard: "El cine está en Samuel Fuller".