El autor se divierte y nos divierte y, sin embargo, al final de la carcajada, en los pliegues de la sonrisa, descubrimos de pronto un desagradable sabor, algo viscoso e inesperado, sin duda: ¿quién se está riendo de quién, de quién nos estamos riendo, hay motivos para reírse?
¿Es Coincidencias propiamente una novela? En un principio más de un lector quedará extrañado frente a sus páginas, no obstante conforme avance la lectura comprobará que, aunque atípica, lo es.
Si bien el tipo de comicidad no es aquí la que predomina en las obras de Luis Goytisolo, sí lo es algo que despunta en muchas de ellas: un humor que no es el que procede de la observación irónica de la realidad narrada sino del estallido hilarante de lo absurdo. Experimentados hombres de negocios y jóvenes emprendedores, adolescentes de ambos sexos sumidos en su dependencia del móvil y en sus escabrosas fantasías, paseantes solitarios atentos a la realidad que los rodea, selectas dinastías familiares de clase alta y solitarios automovilistas que descargan sobre el tráfico urbano el mal humor que impregna su vida cotidiana: todo de una actualidad que, con diversas variantes, viene siéndolo desde siempre.
El autor se divierte y nos divierte y, sin embargo, al final de la carcajada, en los pliegues de la sonrisa, descubrimos de pronto un desagradable sabor, algo viscoso e inesperado, sin duda: ¿quién se está riendo de quién, de quién nos estamos riendo, hay motivos para reírse?
¿Es Coincidencias propiamente una novela? En un principio más de un lector quedará extrañado frente a sus páginas, no obstante conforme avance la lectura comprobará que, aunque atípica, lo es.
Si bien el tipo de comicidad no es aquí la que predomina en las obras de Luis Goytisolo, sí lo es algo que despunta en muchas de ellas: un humor que no es el que procede de la observación irónica de la realidad narrada sino del estallido hilarante de lo absurdo. Experimentados hombres de negocios y jóvenes emprendedores, adolescentes de ambos sexos sumidos en su dependencia del móvil y en sus escabrosas fantasías, paseantes solitarios atentos a la realidad que los rodea, selectas dinastías familiares de clase alta y solitarios automovilistas que descargan sobre el tráfico urbano el mal humor que impregna su vida cotidiana: todo de una actualidad que, con diversas variantes, viene siéndolo desde siempre.