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Culturas prehispánicas de México (Especial Arqueología Mexicana n. 34)

Culturas prehispánicas de México (Especial Arqueología Mexicana n. 34)

Enrique Vela
3/5 ( ratings)
A lo largo de su historia prehispánica, que se remonta cerca de 32 000 años antes del presente, el territorio mexicano fue escenario del desarrollo de un amplio y variado conjunto de culturas que abarcan desde grupos nómadas de cazadores-recolectores –con poblaciones relativamente reducidas y organización y prácticas culturales aparentemente sencillas– hasta sociedades sedentarias y agrícolas, con poblaciones numerosas y estructuras sociales y prácticas culturales complejas. Entender cómo es que cada uno de esos desarrollos culturales tuvo lugar, esto es como surgieron, que los caracterizaba y, en muchos casos, cómo decayeron es en cierto modo la tarea principal de la investigación arqueológica.
Por más de 200 años un nutrido grupo de especialistas se ha dedicado a recopilar toda suerte de datos sobre nuestro pasado prehispánico y a clasificarlos e interpretarlos. A partir de esos estudios se han establecido pautas generales sobre el desarrollo de esas sociedades y se han identificado grupos con características particulares que, por lo general aunque no necesariamente, se encuentran asociados a periodos determinados y se distribuyen por áreas delimitadas. Esos grupos con rasgos específicos es lo que conocemos como culturas arqueológicas, en las cuales confluyen ma-neras determinadas de elaborar objetos utilitarios y suntuarios, de disponer sus asentamientos, de construir, de enterrar y ofrendar a sus muertos, entre otras prácticas de las que quedan restos materiales.
Estas prácticas compartidas, en lo que se refiere a las expresiones materiales de la cultura, tienen su contraparte en el ámbito del pensamiento; de hecho, en cierta manera son producto de saberes acumulados y comunes, de modos también concretos de comprender el mundo, e incluso de imaginarlo. La elección de estas prácticas culturales está además asociada con la estructura social y la refleja; es por todo ello que a partir de los vestigios materiales podemos acercarnos a la historia y a los modos de vida de los grupos que habitaron México en la época prehispánica.
Aunque la comunicación entre las distintas sociedades tenía un ritmo muy distinto a la de la vida moderna, y establecer contactos entre los grupos de las distintas regiones suponía desplazamientos que podían tomar incluso años, lo cierto es que las diferentes culturas estuvieron relacionadas entre sí en mayor o menor medida. Las sociedades de la época prehispánica supieron acumular y conservar no sólo los saberes sobre asuntos cotidianos –como la fabricación de herramientas, la alimentación, el cultivo, etc.–, sino que también preservaron una visión común sobre la naturaleza del mundo y sus cosas: la religión, los ritos, la estructura social, etc. Además de mantener una suerte de memoria histórica sobre los grupos que los antecedieron, recurrieron a ella para, por ejemplo, legitimar el lugar de sus gobernantes en la sociedad. Es por ello que si bien las diferencias entre las distintas culturas del área mesoamericana son palpables a lo largo del tiempo y el espacio, también es cierto que a lo largo de esos dos ejes muestran una serie de elementos comunes que hablan de una historia compartida y una permanente interrelación entre las diversas regiones.
Language
Spanish
Pages
96
Format
Paperback
Publisher
CONACULTA/INAH
Release
April 01, 2010

Culturas prehispánicas de México (Especial Arqueología Mexicana n. 34)

Enrique Vela
3/5 ( ratings)
A lo largo de su historia prehispánica, que se remonta cerca de 32 000 años antes del presente, el territorio mexicano fue escenario del desarrollo de un amplio y variado conjunto de culturas que abarcan desde grupos nómadas de cazadores-recolectores –con poblaciones relativamente reducidas y organización y prácticas culturales aparentemente sencillas– hasta sociedades sedentarias y agrícolas, con poblaciones numerosas y estructuras sociales y prácticas culturales complejas. Entender cómo es que cada uno de esos desarrollos culturales tuvo lugar, esto es como surgieron, que los caracterizaba y, en muchos casos, cómo decayeron es en cierto modo la tarea principal de la investigación arqueológica.
Por más de 200 años un nutrido grupo de especialistas se ha dedicado a recopilar toda suerte de datos sobre nuestro pasado prehispánico y a clasificarlos e interpretarlos. A partir de esos estudios se han establecido pautas generales sobre el desarrollo de esas sociedades y se han identificado grupos con características particulares que, por lo general aunque no necesariamente, se encuentran asociados a periodos determinados y se distribuyen por áreas delimitadas. Esos grupos con rasgos específicos es lo que conocemos como culturas arqueológicas, en las cuales confluyen ma-neras determinadas de elaborar objetos utilitarios y suntuarios, de disponer sus asentamientos, de construir, de enterrar y ofrendar a sus muertos, entre otras prácticas de las que quedan restos materiales.
Estas prácticas compartidas, en lo que se refiere a las expresiones materiales de la cultura, tienen su contraparte en el ámbito del pensamiento; de hecho, en cierta manera son producto de saberes acumulados y comunes, de modos también concretos de comprender el mundo, e incluso de imaginarlo. La elección de estas prácticas culturales está además asociada con la estructura social y la refleja; es por todo ello que a partir de los vestigios materiales podemos acercarnos a la historia y a los modos de vida de los grupos que habitaron México en la época prehispánica.
Aunque la comunicación entre las distintas sociedades tenía un ritmo muy distinto a la de la vida moderna, y establecer contactos entre los grupos de las distintas regiones suponía desplazamientos que podían tomar incluso años, lo cierto es que las diferentes culturas estuvieron relacionadas entre sí en mayor o menor medida. Las sociedades de la época prehispánica supieron acumular y conservar no sólo los saberes sobre asuntos cotidianos –como la fabricación de herramientas, la alimentación, el cultivo, etc.–, sino que también preservaron una visión común sobre la naturaleza del mundo y sus cosas: la religión, los ritos, la estructura social, etc. Además de mantener una suerte de memoria histórica sobre los grupos que los antecedieron, recurrieron a ella para, por ejemplo, legitimar el lugar de sus gobernantes en la sociedad. Es por ello que si bien las diferencias entre las distintas culturas del área mesoamericana son palpables a lo largo del tiempo y el espacio, también es cierto que a lo largo de esos dos ejes muestran una serie de elementos comunes que hablan de una historia compartida y una permanente interrelación entre las diversas regiones.
Language
Spanish
Pages
96
Format
Paperback
Publisher
CONACULTA/INAH
Release
April 01, 2010

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