Join today and start reading your favorite books for Free!
Rate this book!
Write a review?
Mi descubrimiento del año. La autora domina el lenguaje literario y consigue crear un universo rico en detalles, imágenes y metáforas que a menudo navegan entre lo cotidiano y lo extraordinario, pero sin hacer apología del empacho, algo en lo que habría sido fácil caer teniendo en cuenta que estos textos no estaban concebidos para publicarse juntos en un volumen, sino como columnas independientes. Un libro al que acudiré cuando se me olvide lo que es escribir bien.
Una cosa es leerla semanalmente y sentir la sacudida mientras ves las ondas alejarse y otra es este combate de boxeo, este masaje doloroso e interminable por todo el cuerpo. Yo que nunca he boxeado, yo que nunca me he dado un masaje.Son las columnas de Leila de tono más autobiográfico o personales las que más disfrutaba siempre como lector, muchas de ellas las guardaba y las releía cada cierto tiempo.Encontrarme pues con este volumen donde se recogen es como si a un fanático del chocolate blanco...
Práctica de la levedadLa pluma de Leila vuela. Estos libros suelen ser un curro editorial. Sucede que los escritores, para vivir un poco mejor de lo que escriben, aceptan ser articulistas de diarios prestigiosos que les dan una página para que explayen lo que se les cante; con el tiempo se acumulan los suficientes caracteres como para encuadernarlos dentro un libro más o menos decente y los publican para hacer unos mangos extras. Estos libros suelen ser un curro, salvo que sea de Leila Guerriero...
Le puse solo 5 estrellas, lo que le queda ínfimo. Esta recopilación de escritos de dos paginas de Leila me arrasó en todas las formas posibles. Lloré lágrimas pesadas, tuve taquicardia, me reí a los gritos pero más que todo: pensé muchísimo. Es increíble como algo tan efímero te vuela tanto la cabeza. “Sienta que nada tiene sentido y que no lo tendrá por mucho tiempo. Piense en morir. Elija no morir. Siga adelante.”
La obra de Leila Guerriero llegó como un huracán a la biblioteca de papá. No estoy seguro de cuál fue la punta de lanza, pero de lo que sí estoy seguro fue que en cosa de semanas, papá se ha hecho con todo lo que ha encontrado de esta autora, y no hay llamada o plática que sostengamos en la que no salga a relucir su nombre.Así que una vez que regresé de Monterrey, después de visitar a mis padres e hija por las vacaciones de diciembre, tomé este libro de Leila y comencé a devorarlo.Siento que est...
Lo que me sorprende gratamente de Leila Guerriero (es mi primera vez leyéndola) es que observa lo que nosotros, las personas "normales o comunes" no conseguimos observar. A veces me pregunto: ¿es falta de sensibilidad frente a lo que se nos presenta ante nuestros ojos? O simplemente, tiene el don de acertar a la perfección todo lo que sucede en su alrededor.Le puse cuatro estrellas, porque si bien lo leí al hilo y encontré mucho por lo cual reflexionar, también sentí que la ola de textos me abru...
Cualquier cosa que pueda decir sería quedarme corta. Me voló la cabeza y me conmovió muchísimo.
Si pudiera elegir cómo pensar, si pudiera elegir cómo sentir, si pudiera elegir cómo escribir, elegiría pensar, sentir y escribir como Guerriero. Una belleza de libro.
Me cae muy bien Leila Guerriero y la manera en que cualquier tema —incluso aquellos a los que vuelve en repetidas ocasiones— es relatado siempre con el mayor cuidado en la selección léxica. Esta compilación de columnas de El País pone de manifiesto sus obsesiones temáticas: comienza con relaciones familiares, sigue con vínculos amorosos y termina con columnas enfocadas a la creación, y, aunque parece que en apariencia vuelve una y otra vez sobre las mismas cuestiones, lo cierto es que lo hace si...
"Segundos después, se abrió la puerta y, en medio de la luz suave de la tarde, apareció mi padre: el primero de todos nosotros (mi hermano, mi madre, mis abuelos, yo) en conocer el mar. Corrí, lo abracé, le pregunté: "Cómo es, cómo es?!". Él no me respondió. Sólo me levantó la mano, la acercó a mi cabeza, me dijo "Escuchá" y me apoyó un caracol blanco y enorme, como un alien de yeso, sobre la oreja. Y yo escuché. Pasaron todavía muchos años hasta que pude conocer el mar. Pero durante todos esos