La muerte y los desencuentros reúne los elementos indispensables para hacer atractiva una novela: la inagotable fantasía de la irrealidad vivida por una niña, recordada luego por ella, ya mujer, que regresa a su país verdadero; y la brutalidad de una realidad en la que "el odio es algo que no se queda quieto". Un odio que aparece en diferentes dimensiones, desde el maltrato del cual es víctima un pobre gato, hasta la perfidia engañosa que detenta quien tiene el poder. La protagonista, criatura desamparada en su soledad irremediable, pese al poblado mundo que la rodea, solo vive a través de sus sueños, de sus miedos, de su desafiante coraje y de los desencuentros a los que alude el título. Los diversos personajes del libro tienen, cada uno, su propio carisma; la abuela que aparenta una locura senil —empollando una gallina— para engañar y desarmar al malvado, o las serpientes de Melitón, que cumplen con eficacia su papel.
Como siempre Elvira Orphée navega en dos planos: lo verdadero y lo soñado; lo real y lo irreal como quien demuestra con su magia que el misterio de la creación es inasible.
La muerte y los desencuentros reúne los elementos indispensables para hacer atractiva una novela: la inagotable fantasía de la irrealidad vivida por una niña, recordada luego por ella, ya mujer, que regresa a su país verdadero; y la brutalidad de una realidad en la que "el odio es algo que no se queda quieto". Un odio que aparece en diferentes dimensiones, desde el maltrato del cual es víctima un pobre gato, hasta la perfidia engañosa que detenta quien tiene el poder. La protagonista, criatura desamparada en su soledad irremediable, pese al poblado mundo que la rodea, solo vive a través de sus sueños, de sus miedos, de su desafiante coraje y de los desencuentros a los que alude el título. Los diversos personajes del libro tienen, cada uno, su propio carisma; la abuela que aparenta una locura senil —empollando una gallina— para engañar y desarmar al malvado, o las serpientes de Melitón, que cumplen con eficacia su papel.
Como siempre Elvira Orphée navega en dos planos: lo verdadero y lo soñado; lo real y lo irreal como quien demuestra con su magia que el misterio de la creación es inasible.